https://ia802607.us.archive.org/17/items/los-divinos/LOS%20DIVINOS.pdf
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PARA COMPRAR ESTE LIBRO:
Comunicarse vía electrónica a: gomez_ramiro@hotmail.com
También a la venta en la librería de la ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA (ENAH).
Costo: $250.00
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miércoles, 9 de marzo de 2016
miércoles, 12 de noviembre de 2014
Entrevista Radiofónica "Voces en Plenitud" 9 de noviembre de 2014
Entrevista Radiofónica "Voces en Plenitud", IMER, Radio Pública, 9 de noviembre de 2014. Con Angélica López y René Villegas.
https://soundcloud.com/ramiro-gomez-19/track-01
https://soundcloud.com/ramiro-gomez-19/track-01
lunes, 7 de julio de 2014
INTRODUCCIÓN
El texto de la introducción de este libro está disponible en formato PDF en:
https://www.academia.edu/6020085/INTRODUCCION._Los_Divinos_entre_los_humanos
También, como texto para leer en línea, en:
http://religiosidadpopularenmexico.blogspot.mx/2014/02/introduccion-los-divinos-entre-los.html
Link: http://issuu.com/ramirogo mez9/docs/libro_los_divin os_entre_los_humanos?e=46 36473/30856992
PRESENTACIÓN, por Johanna Broda
Link: http://issuu.com/ramirogo mez9/docs/libro_los_divin os_entre_los_humanos_4475 1300ceda87?e=4636473/3085 7136
https://www.academia.edu/6020085/INTRODUCCION._Los_Divinos_entre_los_humanos
También, como texto para leer en línea, en:
http://religiosidadpopularenmexico.blogspot.mx/2014/02/introduccion-los-divinos-entre-los.html
Link: http://issuu.com/ramirogo
PRESENTACIÓN, por Johanna Broda
Link: http://issuu.com/ramirogo
miércoles, 12 de febrero de 2014
jueves, 10 de octubre de 2013
Texto de la presentación de la Dra. Aurora Montúfar López
Presentación del libro: Los Divinos entre los Humanos, Artificio Editores, México, 2013.
ENAH, 26 de septiembre de 2013. En el Marco del II Congreso Internacional de Antropología Social. Dra. Aurora Montufar López: Subdirección de laboratorios y apoyo académico, INAH/ Doctorado en biología, facultad de ciencias, UNAM.
La Dra. Padrón sostiene que las ceremonias de
culto implican una organización social comunitaria efectiva, por ejemplo la
recolecta económica, compra de flores, contratación de la música, preparación
de la comida ritual, etc., en aras del beneficio divino para la comunidad, esto
es un buen temporal y fertilidad para asegurar la producción de alimento, salud
y el bienestar. Estas celebraciones conllevan el reforzamiento de la cohesión social, la identidad étnica y la
reproducción de la cultura. Se trata de eventos de reciprocidad humana y
dioses, que trascienden los ámbitos social, económico político y religioso de
la zona devocional. En esta ceremonia de culto se destaca, que el santo
patrono, además de convivir con la población, pide la compañía de los patronos
de las comunidades aledañas que constituyen la región devocional, es decir San Bernabé,
acompaña también a sus “colegas”, en las fiestas respectivas. Estos fatuos van
más allá de las fronteras políticas
delegacionales.
ENAH, 26 de septiembre de 2013. En el Marco del II Congreso Internacional de Antropología Social. Dra. Aurora Montufar López: Subdirección de laboratorios y apoyo académico, INAH/ Doctorado en biología, facultad de ciencias, UNAM.
LIBRO: LOS DIVINOS ENTRE
LOS HUMANOS
Ramiro Alfonso Gómez
Arzapalo Dorantes (compilador)
(Presentación)
En el libro “Los Divinos entre los humanos”
se integran ocho artículos que corresponden a igual número de investigaciones
sobre las expresiones rituales de varias comunidades indígenas de México y
Guatemala. Los planteamientos teóricos sobre la religión popular son factor
común del desarrollo de las mismas, éstos derivan de las obras de Gramsci,
Gilberto Giménez, Luis Millones, Félix Báez, Johanna Broda, Gómez Arzapalo,
entre muchos otros autores.
En este texto la Doctora Broda hace
una síntesis de su aporte etnohistórico, puntualiza que es uno de los frutos del Seminario
Organización Social y Cosmovisión Indígenas que ella imparte en el programa de
posgraduados de la ENAH
y cuyos autores representan las generaciones 2002 a 2010. La instrucción
etnohistórica se basó en textos de reconocidos antropólogos, como los ya
mencionados y, desde luego, en las publicaciones de la Doctora Johanna Broda sobre
ritualidad prehispánica y del culto mexica a los cerros, la lluvia y a la
tierra, que incluyen las transformaciones que han sufrido estos ritos después de
la conquista española y sus manifestaciones contemporáneas en las comunidades
indígenas y campesinas de México.
En este sentido, en la Introducción ,
el Doctor Ramiro Gómez Arzapalo ofrece
un panorama general del contenido de la obra y destaca que a través
de los rituales comunitarios, se han podido comprender los procesos de
reelaboración y reformulación simbólica, como respuesta a los mecanismos de
sometimiento a la nueva ideología, de difusión y de selección de elementos impuestos. El grado
de asimilación es variable y ésta refleja de manera determinante, la forma en
que los indígenas reinterpretaron el nuevo cuerpo doctrinal. Así, en estas
investigaciones se muestra que las expresiones religiosas no son estáticas y el
proceso de aculturación evangélica no terminó en el siglo XVI y aún es posible
observar en éste que las raíces mesoamericanas son evidentes en muchos aspectos
de la ritualidad indígena, después de 500 años.
El Doctor Félix
Báez-Jorge en su trabajo “Núcleos de
identidad y espejos de alteridad. Hagiografías populares y cosmovisiones
indígenas” nos comparte conceptos profundos sobre los procesos históricos
del origen y desarrollo de la religiosidad popular, se destaca que los núcleos
devocionales de las comunidades, según sus hagiografías, responden más que a
las normas eclesiásticas, a razones existenciales, como la preocupación
colectiva por la obtención del alimento, bienestar y salud del pueblo. Su foco
de atención son los lugares sagrados, la cohesión social y la reproducción cultural
(tradición mítica articulada en su visión del mundo).
El autor señala que los santos lograron permanecer en el paisaje, porque
fueron incorporados al antiguo universo cultural y desde entonces se
conciben como seres propios y al respecto da
ejemplos etnográficos de los mayas.
También ofrece información ritual que puede ser analogada con los mitos de
la creación narrados en el Popol Vuh. De igual modo, manifiesta que algunos
grupos como los huaves de San Mateo del Mar, Oaxaca, conciben el papel de los
santos dentro de su entorno cultural y geográfico, como resultado la ideología
de la comunidad, más que de las hagiografías judeo-cristianas.
El Doctor Báez-Jorge apunta que
el carácter antropomorfo de los santos facilitó su asimilación con los
dioses autóctonos, la asignación de atributos análogos y su inserción en la
organización social por medio de los rituales. Trasponiendo su condición
hierofanica en la alteridad, los santos fueron transformados en vehículos
identitarios, a un tiempo, lejanos y cercanos de la epifanía impuesta. A través
de los santos y de los relatos que los describen entreverados entre el mito, la
leyenda y la realidad, los pueblos indígenas establecieron una nueva relación
con lo sagrado, plataforma ideacional extraviada cuando fueron silenciados sus
antiguos dioses. Muchos más fundamentos y explicaciones interesantes vertidos
en este artículo, permiten comprender el proceso histórico que dio pauta al sincrétismo,
la religiosidad popular que se ejerce entre las comunidades indígenas como un
sistema de culto a los dioses, por beneficios colectivos y en donde se refuerza
la cohesión social comunitaria y se reproduce la cultura como mecanismo
identitario.
Uno de los aspectos que
llaman la atención del artículo “Los santos, vecinos presentes, enigmáticos,
pero confiables” de Ramiro Alfonso Gómez Arzapalo Dorantes” es que los santos son
percibidos por las sociedades campesinas indígenas, como dioses vivos, que
forman parte de una red sagrada, de intercambio y reciprocidad entre lo
natural, lo humano y lo divino. Son personajes numinosos, hechos de resina,
madera u otros materiales, con voluntad propia y poderes específicos que los
legitiman, mediante apariciones milagrosas, entre otros factores.
En este trabajo el
Doctor Gómez Arzapalo ofrece planteamientos etnohistóricos, reflexiones y
numerosas evidencias etnográficas relacionadas con los procesos históricos que
estudian y explican la integración de las dos formas de pensamiento religioso,
autóctono y español, como unidad sincrética en los rituales comunitarios.
Así, las prácticas
religiosas indígenas son el resultado de un fenómeno sincrético de convivencia
divina, en donde coexisten interpretaciones surgidas de diferentes contextos
culturales. La cosmovisión como proceso coherente articula la concepción que se
tiene del mundo y de los dioses que lo habitan (animales, fuego, agua) y que
rigen el comportamiento dinámico del mismo. La integración de los dioses y el
hombre, como vecinos en la naturaleza, define el orden social, político y
religioso que se visualiza en el ritual, como una expresión de la vida diaria y
de sus problemas concretos, salud, temporal, cosecha, elementos de índole
material. En un México multiétnico, esa pluralidad ritual se manifiesta y
contradice la identidad nacional unitaria, dictada por el grupo hegemónico y
negada en la práctica cotidiana.
Los santos son entes
intermediarios entre dios y el hombre en la ortodoxia cristiana y en la
comunidad indígena, éstos son personajes vivos, forman parte de la población,
tienen derechos y responsabilidades, se les ve como iguales, se les beneficia
con rituales y ofrendas y su obligación es corresponder con bienes materiales a
la comunidad.
Después de señalar algunos de los antecedentes
históricos que explican y testifican la práctica ritual indígena, sin mencionar
la información etnográfica que fundamenta el artículo del Doctor Gómez
Arzapalo, sólo me queda reproducir la idea de que con la evangelización los
espacios llenos de ídolos fueron ocupados por santos con vitalidad numinosa,
independientemente de las situaciones y circunstancias sociales en que
surgieron, éstos son vigentes porque mantienen su eficacia y significación en
la vida cotidiana individual, familiar y comunitaria, su efectividad está
determinada por las condiciones locales y particulares.
En el artículo “Dioses
y santos fundadores de pueblos y de cultos”, Ana María Velasco Lozano, sintetiza de forma amena y documentada, la
creación de los hombres, según los datos históricos prehispánicos. Nos habla de
los dioses fundadores de pueblos (Huitzilopochtli, Mixcótl, Quetzalcóatl,
etc.), de su concepción como héroes-dioses y de cómo éstos, después son vistos
como cerros, como piedras o manantiales, en la cosmovisión mesoamericana; estos
rasgos geográficos y culturales fueron concebidos después como lugares
sagrados.
La
autora, también profundiza sobre el establecimiento de los sitios numinosos
tras las apariciones divinas y la voluntad de éstas en permanecer en un sitio
determinado, valiéndose de un sinnúmero de estrategias para establecerse en el
lugar de su agrado, montañas, cuevas, manantiales, etc., rasgos geográficos
sagrados, lugares de culto, que se pueden homologar con aquellos de tradición
indígena. En este sentido, las variadas historias de los santos y las vírgenes,
cuya aparición propició los asentamientos y la edificación de los templos
correspondientes, los cuales se convirtieron en la habitación de los santos
patronos, corazón religioso del pueblo y, a veces, de una región devocional.
En este artículo la maestra
Velasco Lozano provee la información geográfica precisa de la manifestación de
las entidades numinosas y deja la idea de que los santos y vírgenes, en México,
fueron integrados al pensamiento religioso indígena como parte de las “arcaicas
deidades de la fertilidad del agua, los mantenimientos, de la tierra, etc. De
esta forma, el santoral se identifica con los símbolos de la creencia
precolonial.
En el artículo “El
camino de los santos entre los totonacos de la región misanteca”, Jorge
Escamilla Udave, analiza
la información histórica relacionada con la evangelización del área de
Misantla, Veracruz, y asume que el proceso evangelizador se vio favorecido por
la aparición de la pandemia de viruela, enfermedad que mermó considerablemente
las poblaciones totonacos, y también por las congregaciones establecidas por
los españoles, que implicaban obligar a la gente para que cambiara su población
a otros lugares más benignos a la salud, bajo la idea de que la enfermedad era
producto de sus creencias paganas y ahora el dios milagroso, el patrono
protector, les pedía se movieran. Así, ante las condiciones patognómicas, se
propició el desplazamiento de los antiguos asentamientos humanos, que vivían en
armonía con su entorno, en la
Misantla.
Estas poblaciones llegaron a
nuevos lugares, con la protección del santo patrono espiritual, bajo
condiciones de explotación y vejación, en aras del trabajo del hacendado. El
Doctor Escamilla Udave, también, fundamenta y describe, la forma en que se
fueron imponiendo las ideas religiosas de los mendicantes, con la estrategia de
la fundación de congregaciones de pueblos porteadores de imágenes peregrinas
con las que se difundió la misión
seráfica, entre comunidades humanas diseminadas en amplias zonas con picos
agrestes y planicies surcadas por grandes ríos, encauzados por profundas
barrancas y densa vegetación.
El autor también explica la ruta
migratoria que siguieron los mendicantes y las congregaciones en su afán de
repoblamiento y evangelización, la cual curiosamente coincide con los caminos
antiguos del comercio prehispánico.
Es importante señalar que el
texto del Doctor Escamilla contiene datos históricos relevantes, que patentizan
las expresiones de religiosidad popular y que resultan de un trabajo de campo y
de análisis ampliamente documentado y del que sustraigo la concepción de que
“Los divinos y sus imágenes se imponen por la asimilación y resimbolización de
sus atributos, a partir de mitos etiológicos, en este caso asociados a la
pichagua o águila come niños, reemplazada por la figura de San Juan Bautista,
conocido para entonces como águila misteriosa o abogado de la peste.
Alicia María Juárez
Becerril en su artículo “De santos y
divinidades de la naturaleza. La
interacción de los especialistas meteorológicos con las entidades sagradas”
nos introduce, con motivo de su estudio etnográfico sobre el quehacer de los graniceros, en el ámbito
de los diferentes elementos numinosos que se relacionan con la meteorología y
que se expresan en los rituales del ciclo agrícola del maíz. En el marco de
este conocimiento, la autora hace acopio de la información etnohistórica y etnográfica para caracterizar
físicamente y mostrar los atributos de cada uno de los principales entes
divinos que existen en el imaginario colectivo y a los que se les rinde culto.
Estas figuras divinas reciben diferentes nombres propios de acuerdo con el
lugar geográfico de culto y con base en sus bondades específicas. Así, la Doctora Juárez Becerril, define a los Dueños,
Señores, ahuauques, Potencias, santos, niñitos, niñitos y aires, airecitos,
tlamatimimes, divinidades de la naturaleza, Encantos, etc. Cada una de estas
figuras representa a las fuerzas del agua, a las nubes, a la tormenta, al
temporal o al maíz, entre otros actores. Se trata de entes numinosos
meteorológicos que habitan regularmente en cerros, cuevas, barrancas, ríos,
manantiales, etc.. Estos accidentes geográficos
representan ya sea el lugar en donde se hacen las nubes o los sitios de
donde nace el agua que alimenta los ríos. Esta forma de concebir a la
naturaleza y a los dioses que la habitan, constituye la base de la antigua
cosmovisión mesoamericana, la cual ahora se expresa de manera reelaborada, por
la influencia católica, como unidad del pensamiento religioso indígena.
Por último, la autora, menciona,
entre muchos aspectos relevantes de los actores en los rituales, que en muchos
casos, éstos están representando a infantes y destaca el origen tangible e
intangible, de algunas de esas fuerzas de poder, que muchas veces se otorgan a
través de los sueños.
Adelina Suzan
Morales en su trabajo “El Dueño del Monte: una manifestación de la
religiosidad popular” provee los fundamentos antropológicos que la definen y explica el
proceso de resimbolización de las entidades divinas impuestas por la ortodoxia
católica como el resultado de las necesidades
sociales de la comunidad, tras la experiencia de desestructuración de su
sistema religioso.
En torno a estos conceptos
ideológicos, la Doctora
Suzan Morales, describe los atributos de Juan del Monte, la
entidad divina que rige las condiciones meteorológicas, manda el temporal,
prevee enfermedades, ofrece la vida, cuida a la naturaleza, regula la cacería y
por ello los campesinos de Xicochimalco, Veracruz, le rinden culto, lo
consideran su protector y en el imaginario colectivo representa a San Juan.
Este personaje numinoso habita en el Cofre de Perote, en donde se hacen las
nubes y desde donde se crea el temporal, se cree que funciona como lo hacía
Tláloc en la época prehispánica y como aquél, es sujeto de importantes rituales.
Juan del Monte es festejado, de manera importante en el pueblo de Xicochimalco,
en el día de San Juan. En esta ceremonia se le entregan ofrendas que incluyen
flores de cucharilla, cuya recolección es motivo de una peregrinación al Cofre
de Perote, dirigida por el especialista
ritual y con el permiso de Juan del Monte. Se trata de una expresión
cultural de reciprocidad hombre-dioses que conlleva cohesión social y
reproducción cultural.
En este trabajo, la autora
menciona otros lugares (Puebla, Oaxaca, Veracruz), en donde se honra a Juan del
Monte, incluso con otras denominaciones. Se le equipara con Tláloc, como cuidador de la
naturaleza y protector de las comunidades, en donde funge como santo patrono.
La devoción por Juan del Monte, con otra significación, se observa también en ciertas poblaciones
españolas (Miranda de Ebro, Burgos) en donde se le ofrenda tomillo y romero.
María Elena Padrón
Herrera en su artículo “¡Si el Señor. Nos presta vida! ¡Si el Señor nos da
licencia¡. Reciprocidad entre divinidades y humanos al suroeste de la Ciudad de México”
relata el desarrollo de la fiesta de San Bernabé, en Ocotepec, D.F. y comenta que los santos
patronos del pueblo son entidades divinas ambivalentes y contradictorias, que controlan
las fuerzas naturales, en especial meteorológicas, en beneficio, y a veces en
perjuicio del hombre. A ellos se les respeta, se les pide permiso para ejercer
cualquier actividad productiva e incluso para festejarlos. En estas
celebraciones el esfuerzo del trabajo humano, es la ofrenda más valiosa. El
ritual tiene como fin, el agradecimiento al santo, por “permitir la vida”.
En suma, la Doctora Padrón tras
describir la fiesta de San Bernabé, destaca
que cada santo patrono es sujeto de honor y culto a través de
peregrinaciones dentro del pueblo, pero también a algunos adoratorios de la
región, el ojo de agua del Oyamel, las pocitas “cajetitos” sobre la roca y a la
cima propia del cerro Mazatépetl y argumenta que la visita a estos sitios, de
connotación simbólica primigenia, marca la reminiscencia de los cultos al cerro
y al agua de raigambre mesoamericana y que junto con las festividades de la Santa Cruz , en la cima
mencionada, hablan de la continuidad cultural prehispánica. Estos hechos son
abordados por la autora, de manera extensa y nos invitan a conocerlos y
evaluarlos en su justa dimensión, como
producto de la mezcla de dos formas de creer y pensar lo sagrado, en los
ámbitos natural y social.
Alba Patricia
Hernández Soc en su artículo “Entre vírgenes y santas” nos
transporta a la región de la cultura maya-quiché, en Guatemala, y explica, de
forma clara y documentada, las manifestaciones etnográficas de religiosidad
popular, relacionadas con las vírgenes de la Candelaria en Patzité y
la Santa Cruz
del Quiché. La autora,
ubica geográficamente arriba de 2000 msnm, esos lugares y narra la historia de
ambos pueblos, por ejemplo, cuenta que Patzité se fundó en 1833, por un pequeño
grupo de personas, que migraron por la explotación de los hacendados y se establecieron en ese lugar, ante la
aparición de una señora que lavaba, quién les pidió le edificaran su templo, en
ese lugar y así se fundo la población en torno a esa la virgen de La Candelaria , la patrona
protectora que se festeja el día ocho de febrero, pues tiene su hermana mayor
que está en Chiantla, lugar muy cercano y cuya fiesta es el dos de febrero, en
este sitio (Gumarcajj),se tienen vestigios prehispánicos. A estas vírgenes, las
relacionan con la agricultura del maíz y la lluvia.
La maestra Hernández
Soc, también describe la historia y la fiesta de Santa Cruz del Quiché, narra
que ésta no quería estar en ese lugar, pero cuando observó la Danza de la Serpiente , que se le
ofrecía, decidió quedarse. En esta danza se muestra el carácter dual de la
cosmovisión, los bailarines son hombres, uno de ellos disfrazado de mujer, la
vestimenta de ella se asemeja a la de Santa Cruz del Quiché y ellos visten como
los de Chichicastenango; escenifican la fertilidad. y al ritmo de la música ella
coloca una serpiente viva entre la camisa del hombre y ésta se desplaza
contorneándose por debajo del pantalón del mismo y se efectúa la fecundación. La autora describe las visicitudes que un
grupo de hombres y el especialista ritual experimentan, en el monte, para
recolectar a la serpiente y para después de la danza que dura cuatro días,
reintegrarla al lugar donde la colectaron y señala que la “cacería” de la
serpiente es necesaria e intencional y su búsqueda obedece a una relación
hombre-dios y naturaleza.
La maestra Hernández Soc
considera, según los antecedentes históricos, que la serpiente es un actor
multisémico simbólico y tradicional, se asocia con el culto a la tierra, a la
lluvia y al maíz y forma parte del panteón mesoamericano. La serpiente, como
parte de la danza ritual, se puede equiparar con la presencia o representación
de ese reptil en distintas fiestas del calendario ritual mexica y de otros
fatuos como el de Atamalqualiztli.
Para
finalizar, considero que en este artículo se cubren aspectos sobresalientes de
la ideología sincrética, bajo la premisa de que el ritual es una expresión
dinámica, coherente con la historia social local, y de interrelación con los
dioses, la agricultura y la permanencia de la vida. En ellos se muestra la connotación
de los santos como seres vivos
humanizados que protegen a la población.
Después de haber emitido
parte de la información contenida y expuesta de forma amena, en cada capítulo,
invito a ustedes para que analicen y abreven del conocimiento vertido en ellos,
más aun porque contribuyen a comprender el pensamiento religioso, que en muchas
comunidades mexicanas, sigue expresándose, aunque reelaborado, representa la
pervivencia de muchos rasgos tradicionales que denotan la continuidad cultural
mesoamericana. Por último sólo me queda felicitar a cada uno de los autores y
desde luego al coordinador del texto.
miércoles, 9 de octubre de 2013
Texto de la presentación de la Mtra. Alba Patricia Hernández Soc
PUBLICADO EN:
Presentación del libro “Los divinos entre los humanos”,
Broda
Johanna, 1996, Paisajes rituales del
altiplano central, en Arqueología Mexicana. Los dioses de Mesoamérica, vol
IV, núm.20, México: 40-49.
Alba Patricia Hernández Soc, “Acerca
de Los Divinos entre los Humanos”, en: Intersticios. Filosofía, Arte, Religión, UIC, México. Año 18 , # 39, julio-diciembre de 2013, pp. 175-181, (ISSN
1665-7551).
Presentación del libro “Los divinos entre los humanos”,
Artificio Editores, 2013.
Universidad Intercontinental
27 de septiembre de 2013
Alba Patricia Hernández Soc
ENAH/CEICUM
Múltiples
disciplinas como la antropología, historia, epigrafía entre muchos más han
emprendido diversos estudios sobre Mesoamérica. Si bien esta área no es
estática y sus atributos son flexibles, sí podríamos señalar que se ha forjado
a través de una larga tradición histórica (Cfr. López Austin, 2001), es decir,
en la actualidad podemos observar elementos culturales anclados a un raigambre
mesoamericano.
En el libro Los divinos entre los humanos, cuyo compilador es Ramiro Alfonso Gómez Arzapalo Dorantes, se
reúnen trabajos prolijos de diversas comunidades indígenas campesinas de México
y Guatemala, que invitan al lector a acercarse a una larga tradición religiosa.
Los diversos autores plasman información etnográfica, en conjunto con
planteamientos antropológicos, históricos y sociológicos. Este método interdisciplinario
permite al lector adentrarse a un mundo de relaciones donde convergen los
santos, los hombres y la naturaleza.
Quien realiza la presentación es Johanna
Broda, investigadora con grandes aportaciones respecto a temas centrales de
Mesoamérica; como son la concepción del tiempo y el espacio en el México
prehispánico, la
ritualidad mesoamericana en una perspectiva comparativa entre Mesoamérica y los
Andes, entre muchos más (Cfr. Broda 1996, 2001, 2007, 2009). En tres páginas y medio pone al descubierto los ejes
conductores de los trabajos, que son, las prácticas y la vida ceremonial en la
actualidad de los pueblos mesoamericanos, que una vez iniciada la conquista de
los españoles al Nuevo mundo, estas prácticas religiosas se transformaron, pero
en su interior se mantuvieron otras, que
respondían a una lógica cultural. Este proceso histórico, buscó la implementación
de una nueva religión, sin embargo a los nuevos rostros religiosos se les fueron
confiriendo atributos que distaban de la ortodoxia católica, es decir: ¿cómo
sustituir la relación que se tenía con dioses del viento, la lluvia, las
cuevas, las montañas y del maíz? En este libro, explica Broda, que los autores sustentan
conceptualmente las prácticas religiosas de los pueblos mesoamericanos a partir
del término: Religiosidad Popular,
que busca dar cuenta históricamente de que los pueblos no fueron sujetos
pasivos, sino que lograron crear un contrapeso a la hegemonía religiosa, es
decir, una contrahegemonía. La
contrahegemonia nos dice Miltón Santos, se puede comprender como la
construcción de las realidades ante la hegemonía que apuntan a formas de
pensamiento y acción, nuevos e insospechados (Cfr. Santos, 1997). Por lo tanto al hablar de Religiosidad Popular,
necesariamente estamos hablando de sujetos sociales que históricamente han
hecho contrapeso a la imposición. Broda ha impulsado desde hace varios años
diversos temas de investigación, fruto de ello, son las contribuciones que en
este libro se presentan y que sin la visión de Gómez Arzapalo, esta publicación
no sería posible.
Para continuar con el contenido del
libro, en la introducción Ramiro Alfonso Gómez Arzapalo Dorantes nos adentra al
objetivo de este volumen colectivo, que es el estudio de “los humanos, la
naturaleza y los divinos, en la cual todos interactúan, cada quien aportando lo
que debe desde sus posibilidades ontológicas” (p. 11). La interacción se da a
partir de una matriz ritual, donde los
diversos sujetos sociales son indispensables para “integrar el orden social,
político y económico con la naturaleza y la divinidad, una relación de la que
todos salen beneficiados, pues comparten este mismo mundo” (p. 11).
Félix Báez- Jorge inaugura el
volumen con el artículo intitulado Núcleos
de identidad y espejos de alteridad. Hagiografías populares y cosmovisiones
indígenas. Inicia con una pregunta que a más de uno dejará pensando: ¿Cómo
debe explicarse que el imaginario colectivo de los huicholes la Virgen de
Guadalupe sea considerada una mujer incestuosa y frívola? (p. 23). A partir de
este ejemplo y de muchos más que el autor irá detallando, nos brinda la
posibilidad de acercarnos al análisis conceptual de la religiosidad de los pueblos.
Para ello, se adentra a los conceptos de Serge Gruzinski donde refiere que “el
culto indígena a los santos se fundamenta más en la imagen que en la palabra,
advierte los efectos polisémicos que se produjeron al implantarlo y explica el
papel de intermediación simbólica que las imágenes cumplieron en el proceso
evangelizador” (pp. 25-26). Es decir, las hagiografías populares se construyen
de acuerdo a la cosmovisión de cada comunidad. Báez- Jorge lo refiere como
relatos orales, sustentado en los tropos. Para Terry Eagleton
“el lenguaje [es] algo que hacemos, inextricablemente entretejido con
nuestras formas prácticas de vivir (Eagleton, 1988: 91).
Por
lo tanto las reelaboraciones simbólicas que se dieron tanto en Mesoamérica como
en los Andes nos hablan de un ámbito de identidad particular. Por lo que la Religiosidad Popular, nos permite
comprender las reelaboraciones que desplazaron los contenidos de las normas
establecidas por la ortodoxia oficial.
Para
proseguir con el debate teórico, en el siguiente artículo Los Santos, vecinos presentes, enigmáticos, pero confiables, Ramiro
Alfonso Gómez Arzapalo Dorantes, nos deja claro en sus primeras líneas que al
hablar de númenes católicos estamos refiriendo un bagaje cultural y un proceso
histórico. La divinidad, para el autor, integra una red de intercambio y
reciprocidad que conforma una identidad, relaciones insertas en un territorio.
Después presenta varias preguntas claves: ¿Cómo interpretaron los indígenas,
desde su cosmovisión, las imágenes religiosas cristianas insertadas en su
espacio? (p. 42). Para ésta y las demás interrogantes, que se pueden leer en el
texto, Gómez Arzapalo, nos sugiere que uno de los medios para encontrar
respuesta a las diversas interrogantes, lo encontramos a través del ritual, ya
que es ahí donde se puede ver plasmada la organización social, no sólo al
interior de las comunidades sino también en relación con otras comunidades
engarzando una región.
Al mismo tiempo, nos adentra al
concepto teórico de sincretismo, que como bien apunta, no son “pedazos” de
ambas raíces, sino de procesos histórico-sociales conflictivos (p. 43), donde
el poder hegemónico buscó la suplantación de una religión por otra. Sin
embargo, los grupos no fueron totalmente dominados y pudieron recrear un proceso
dialéctico, a través de una larga duración histórica. La religiosidad popular
de los pueblos, debe verse de manera valiosa, depurándonos de los preceptos
eurocéntricos, ya que la religiosidad
funge como un vehículo por donde viajan las necesidades de los pobladores, sus
conocimientos acerca de los temporales de lluvia, de la cosecha, de la
fertilidad, de las enfermedades, de los sueños. Es decir, los santos participan
de manera activa en la vida social del pueblo. Ellos también reciben ciertos
castigos si no cumplen con su parte en la vida comunitaria. Como ejemplo de lo
anterior, está este testimonio de confesión de un hombre en 1800, encontrado en
el Archivo General de Centroamérica: “ayer le dimos doscientos azotes a un
crucifijo de palo por malbado, echicero, brujo, bobo, engañador, traidor,
ladron, loco, embustero y por desirlo todo de una vez, el mayor ipocrita”
(Archivo General de Centroamérica).
Por último es importante señalar que
“la imagen del santo en la religiosidad popular no representa a un ausente,
sino que es él […] y tiene una propia voluntad” (p. 65). Tienen vida, historias,
amores, desamores, enojos. Todos estos sentimientos tan humanos los podremos leer
en los datos etnográficos que nos presenta el autor.
Por su parte Ana María Velasco
Lozano, aborda a los Dioses y santos fundadores
del pueblo. Para iniciar su análisis, parte del mito de los dioses, donde su morada pueden ser las montañas, las
cuevas y ellos tienen el atributo de llamarse “dueños” los dueños del monte, de
los animales, de los manantiales. Dentro del pensamiento mesoamericano el dueño
trabaja de manera eficaz, pero no está sólo, a su servicio hay pequeños
personajes traviesos que son nombrados como duendecillos, alushes, los niñitos,
entre muchos nombres más.
También
analiza el papel de los santos, que se estructuran dentro un imaginario
colectivo, ellos aparecen en determinados lugares, a veces se hacen pesados y
con ello comunican su deseo de fundar un pueblo o bien de un cambio de
asentamiento. Para indagar más la importancia de la concepción de lo pesado y lo liviano, la autora hace una aportación sugerente sobre ello. Propone
que lo “pesado” proviene de una tradición europea y que lo ligero de una
tradición mesoamericana, para lograr esto, lo ancla a datos históricos y
antropológicos de ambas regiones.
Prosiguiendo con el recorrido de
estos trabajos, Jorge Escamilla Udave nos lleva a Veracruz con su trabajo
intitulado “El camino de los santos entre
los totonacos de la región misanteca”. Él parte de una premisa central:
¿cuál fue el papel de los santos para la fundación de los nuevos asentamientos
de los totonacos en la región misanteca, después de las pandemias? Para dar
respuesta a ello, el autor nos lleva a un recorrido histórico de la región y
nos habla de los franciscanos que llegaron a este lugar. A la región, alude
Escamilla, llegó el primer santo; San
Juan Bautista a quien se le conoce como el “abogado de la peste” o bien del
“águila misteriosa” (p. 121). En este interesante trabajo, se señala la
relación que se tiene sobre un “águila come niños”. En la investigación, se
pone especial énfasis en la memoria de los ancianos de las comunidades, donde
hacen notar que ellos ya no lo vieron, pero que sus abuelos sí lo presenciaron
al animal come niños. Rememorando con ello un tiempo por demás antiguo, pero
que a la par nos permite comprender que dentro del entramado de la religiosidad
popular, los mitos, las leyendas o los cuentos populares cumplen como
intermediadores para la construcción de la memoria histórica.
“De
santos y divinidades de la naturaleza, la interacción de los especialistas
meteorológicos con las entidades sagradas” nos habla Alicia Juárez
Becerril. Su trabajo aborda el papel de los ritualistas conocidos como graniceros,
especialistas en el conocimiento meteorológico que controla el temporal. Ellos
pueden atraer las buenas lluvias o bien mover las nubes de granizos, las nubes
negras o hasta las sequías. Y hay graniceros más fuertes que otros. La autora
realiza una investigación a través de un método interdisciplinario donde se
centra en un análisis de conceptos claves como religiosidad popular, la práctica de los pueblos desde una postura
histórica, remontándose a lo prehispánico para dar cuenta del papel de los
graniceros y su relación con los númenes católicos.
En un apartado, explica múltiples
categorías de las entidades sagradas que tienen una intima relación con la
lluvia y que están en un plano del “allá”, o del “arriba” pero que están
al mismo tiempo en el “aquí y ahora”. Es
menester detenernos en ello, al hablar de esta relación que al inicio pareciera
dicotómica, lo que se nos muestra son entidades que fungen en un plano totalizador, es decir, conviven en espacios
superiores pero en relaciones horizontales con los hombres a través de diálogos
que pueden darse a través de sueños o momentos claves.
Si uno busca conocer las múltiples
entidades que convergen alrededor de los hombres y mujeres encargados del
temporal, Juárez Becerril nos presenta una tipología de éstas como: los dueños,
los señores, los ahuaques, las potencias, las entidades oníricas, los muertos,
las divinidades, los santos, los niñitos y los aires. Todos ellos en estrecha
relación para la petición del temporal. Como vemos los santos forman parte de
esta matriz ritual, donde participan como
sujetos sociales que buscan el beneficio de los hombres. A la par del análisis
de estas entidades, la autora entreteje datos etnográficos de primera mano o
bien de diversos investigadores para adentrarnos a la complejidad de estos ayudantes para el
temporal y el ciclo agrícola del maíz.
Prosiguiendo, Adelina Susan Morales,
nos habla del “dueño del monte: una
manifestación de la religiosidad popular”, ella tiene como eje conductor el culto a los
cerros y la fertilidad de la tierra. Su estudio se centra en el pueblo de
Xicochimalco, Veracruz. El personaje principal que regulas las riquezas
naturales es Juan del Monte (p. 157). La descripción de esta entidad sagrada,
propone Susan, refiere a atributos prehispánicos al dios de la lluvia.
¿Dónde se inserta Juan del Monte?,
la autora menciona que es durante el ciclo de fiestas patronales de la región,
que va ligado a la época de lluvia y sequía. A la par de rendirles culto a los
santos también se le hace a Juan del Monte, quien tiene su pareja que es
Juanita del Monte. Ambas entidades tienen carácter dual: lo femenino-
masculino, lo benéfico-perjudicial. Para continuar con un corpus más amplio
sobre los dueños de los montes, la autora nos habla de múltiples investigaciones
en México y España con el objetivo de comprender ciertos paralelismos antiguos
respecto al culto agrario.
Por su parte, María Elena Padrón
Herrera comienza su trabajo con la siguiente expresión: ¡Si el Señor nos presta vida! ¡Si el Señor nos da licencia! Reciprocidad
entre divinidades y humanos, al suroeste de la ciudad de México. Ella
realiza un interesante análisis sobre el ciclo festivo y el sistema religioso
de un pueblo llamado San Bernabé Ocotepec, donde los santos patronos del
pueblo, el señor del monte, la madre tierra, los cucuruchos o aires poseen
poderes divinos, ambivalentes y contradictorios (p. 171).
San Bernabé es el santo patrono del
poblado y su fiesta dura nueve días, él permanece dentro del recinto, y existe
otra imagen de la misma advocación que es la peregrina y se le conoce como San
Bernabelito, que es más pequeño y va de casa en casa a aliviar los sufrimientos
de las familias o a visitar a los enfermos. Al San Bernabelito se le sube hasta
el cerro Mazatepetl y ahí se le baña, para que sienta la necesidad del agua y
así interceda por el temporal (p. 181). Alrededor de estos númenes católicos
existe una organización social a partir de una reciprocidad entre las
divinidades y los seres humanos. Al concluir con la celebración los habitantes
dicen “Hasta el año venidero, si el Señor nos da licencia! ¿Si el Señor nos
presta vida”, frases cargadas con un simbolismo que le permite a la autora
referir, que a lo largo del ritual, existe un principio de reciprocidad y de intercambio de dones.
Finalmente Alba Patricia Hernández
Soc, nos comparte su trabajo intitulado “Entre
vírgenes y santas. (Patzité y Santa Cruz del Quiché, Guatemala). Se aborda
el trabajo de manera etnográfica e histórica de dos comunidades indígenas
mayas-quiché del Altiplano guatemalteco. Ahí da cuenta de dos númenes
católicos. La primera refiere a la santa patrona de Patzité que es la Virgen de
la Candelaria, donde su fiesta de celebración es el 8 de febrero y no el 2 de
febrero como lo estipula la ortodoxia católica. Esta virgen apareció en un
manantial y le comentó a los hombres que la vieron, que en ese lugar se le
edificara un recinto. Hecho que así hicieron, y desde entonces comenzó la
historia del poblado.
En un segundo apartado nos habla de
Santa Cruz del Quiché, que tiene como santa patrona a Santa Elena de la Cruz. Este
numen católico se hizo presente en un tiempo inmemorable pero alejada del
poblado, para convencerla de que viviera en la catedral los hombres realizaron una danza con víboras
para persuadirla, al ver tal manifestación la santa decidió ya no moverse más.
Esta danza, la efectúan hombres del pueblo con serpientes conocidas como
mazacuatas.
En las últimas páginas del libro
está un epílogo a cargo de Félix Baez-Jorge que recoge de manera minuciosa las
aportaciones de cada uno de los trabajos que comprenden este libro, así como la
relevancia de los santos en la vida de las comunidades mesoamericanas de ayer y
de hoy.
Bibliografía
Eagleton
Terry , Una introducción a la teoría
literaria, FCE, 1988, México.
_______ y Báez-Jorge Félix
(coord.), 2001, Cosmovisión, ritual e
identidad de los pueblos indígenas de México, Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes/Fondo de Cultura Económica, México.
_______, 2007, Ritualidad y
cosmovisión: procesos de transformación de las comunidades mesoamericanas hasta
nuestros días”, en Diario de Campo, México, núm.93:68-77.
_______,2009, Religiosidad
popular y cosmovisiones indígenas de México, INAH/ENAH, México.
López Austin, “El núcleo duro, la cosmovisión y la tradición
mesoamericana”, pp. 47-65. En Broda y Báez-Jorge, Cosmovisión, ritual e identidad de los pueblos indígenas de México,
FCE, México 2001.
SANTOS, Milton. A natureza do espaço: técnica e tempo, razão e emoção. 2. ed. São Paulo: Hucitec, 1997.
A4m L1, Exp. 25. Archivo General de Centro América.
SANTOS, Milton. A natureza do espaço: técnica e tempo, razão e emoção. 2. ed. São Paulo: Hucitec, 1997.
A4m L1, Exp. 25. Archivo General de Centro América.
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