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También a la venta en la librería de la ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA (ENAH).
Costo: $250.00

miércoles, 9 de octubre de 2013

Texto de la presentación de la Mtra. Alba Patricia Hernández Soc

PUBLICADO EN:
Alba Patricia Hernández Soc, Acerca de Los Divinos entre los Humanos”, en: Intersticios. Filosofía, Arte, Religión, UIC, México. Año 18 , # 39, julio-diciembre de 2013, pp. 175-181, (ISSN 1665-7551).


Presentación del libro “Los divinos entre los humanos”,

Artificio Editores, 2013.

Universidad Intercontinental

27 de septiembre de 2013

Alba Patricia Hernández Soc

ENAH/CEICUM

 

Múltiples disciplinas como la antropología, historia, epigrafía entre muchos más han emprendido diversos estudios sobre Mesoamérica. Si bien esta área no es estática y sus atributos son flexibles, sí podríamos señalar que se ha forjado a través de una larga tradición histórica (Cfr. López Austin, 2001), es decir, en la actualidad podemos observar elementos culturales anclados a un raigambre mesoamericano.

            En el libro Los divinos entre los humanos, cuyo compilador es  Ramiro Alfonso Gómez Arzapalo Dorantes, se reúnen trabajos prolijos de diversas comunidades indígenas campesinas de México y Guatemala, que invitan al lector a acercarse a una larga tradición religiosa. Los diversos autores plasman información etnográfica, en conjunto con planteamientos antropológicos, históricos y sociológicos. Este método interdisciplinario permite al lector adentrarse a un mundo de relaciones donde convergen los santos, los hombres y la naturaleza.

            Quien realiza la presentación es Johanna Broda, investigadora con grandes aportaciones respecto a temas centrales de Mesoamérica; como son la concepción del tiempo y el espacio en el México prehispánico, la ritualidad mesoamericana en una perspectiva comparativa entre Mesoamérica y los Andes, entre muchos más (Cfr. Broda 1996, 2001, 2007, 2009).  En tres páginas y medio pone al descubierto los ejes conductores de los trabajos, que son, las prácticas y la vida ceremonial en la actualidad de los pueblos mesoamericanos, que una vez iniciada la conquista de los españoles al Nuevo mundo, estas prácticas religiosas se transformaron, pero en su interior se mantuvieron otras,  que respondían a una lógica cultural. Este proceso histórico, buscó la implementación de una nueva religión, sin embargo a los nuevos rostros religiosos se les fueron confiriendo atributos que distaban de la ortodoxia católica, es decir: ¿cómo sustituir la relación que se tenía con dioses del viento, la lluvia, las cuevas, las montañas y del maíz? En este libro, explica Broda, que los autores sustentan conceptualmente las prácticas religiosas de los pueblos mesoamericanos a partir del término: Religiosidad Popular, que busca dar cuenta históricamente de que los pueblos no fueron sujetos pasivos, sino que lograron crear un contrapeso a la hegemonía religiosa, es decir, una contrahegemonía.  La contrahegemonia nos dice Miltón Santos, se puede comprender como la construcción de las realidades ante la hegemonía que apuntan a formas de pensamiento y acción, nuevos e insospechados (Cfr. Santos, 1997). Por lo tanto al hablar de Religiosidad Popular, necesariamente estamos hablando de sujetos sociales que históricamente han hecho contrapeso a la imposición. Broda ha impulsado desde hace varios años diversos temas de investigación, fruto de ello, son las contribuciones que en este libro se presentan y que sin la visión de Gómez Arzapalo, esta publicación no sería posible.

            Para continuar con el contenido del libro, en la introducción Ramiro Alfonso Gómez Arzapalo Dorantes nos adentra al objetivo de este volumen colectivo, que es el estudio de “los humanos, la naturaleza y los divinos, en la cual todos interactúan, cada quien aportando lo que debe desde sus posibilidades ontológicas” (p. 11). La interacción se da a partir de una matriz ritual, donde los diversos sujetos sociales son indispensables para “integrar el orden social, político y económico con la naturaleza y la divinidad, una relación de la que todos salen beneficiados, pues comparten este mismo mundo” (p. 11).

            Félix Báez- Jorge inaugura el volumen con el artículo intitulado Núcleos de identidad y espejos de alteridad. Hagiografías populares y cosmovisiones indígenas. Inicia con una pregunta que a más de uno dejará pensando: ¿Cómo debe explicarse que el imaginario colectivo de los huicholes la Virgen de Guadalupe sea considerada una mujer incestuosa y frívola? (p. 23). A partir de este ejemplo y de muchos más que el autor irá detallando, nos brinda la posibilidad de acercarnos al análisis conceptual de la religiosidad de los pueblos. Para ello, se adentra a los conceptos de Serge Gruzinski donde refiere que “el culto indígena a los santos se fundamenta más en la imagen que en la palabra, advierte los efectos polisémicos que se produjeron al implantarlo y explica el papel de intermediación simbólica que las imágenes cumplieron en el proceso evangelizador” (pp. 25-26). Es decir, las hagiografías populares se construyen de acuerdo a la cosmovisión de cada comunidad. Báez- Jorge lo refiere como relatos orales, sustentado en los tropos. Para Terry Eagleton “el lenguaje [es] algo que hacemos, inextricablemente entretejido con nuestras formas prácticas de vivir (Eagleton, 1988: 91).

            Por lo tanto las reelaboraciones simbólicas que se dieron tanto en Mesoamérica como en los Andes nos hablan de un ámbito de identidad particular. Por lo que la Religiosidad Popular, nos permite comprender las reelaboraciones que desplazaron los contenidos de las normas establecidas por la ortodoxia oficial.

            Para proseguir con el debate teórico, en el siguiente artículo Los Santos, vecinos presentes, enigmáticos, pero confiables, Ramiro Alfonso Gómez Arzapalo Dorantes, nos deja claro en sus primeras líneas que al hablar de númenes católicos estamos refiriendo un bagaje cultural y un proceso histórico. La divinidad, para el autor, integra una red de intercambio y reciprocidad que conforma una identidad, relaciones insertas en un territorio. Después presenta varias preguntas claves: ¿Cómo interpretaron los indígenas, desde su cosmovisión, las imágenes religiosas cristianas insertadas en su espacio? (p. 42). Para ésta y las demás interrogantes, que se pueden leer en el texto, Gómez Arzapalo, nos sugiere que uno de los medios para encontrar respuesta a las diversas interrogantes, lo encontramos a través del ritual, ya que es ahí donde se puede ver plasmada la organización social, no sólo al interior de las comunidades sino también en relación con otras comunidades engarzando una región.  

            Al mismo tiempo, nos adentra al concepto teórico de sincretismo, que como bien apunta, no son “pedazos” de ambas raíces, sino de procesos histórico-sociales conflictivos (p. 43), donde el poder hegemónico buscó la suplantación de una religión por otra. Sin embargo, los grupos no fueron totalmente dominados y pudieron recrear un proceso dialéctico, a través de una larga duración histórica. La religiosidad popular de los pueblos, debe verse de manera valiosa, depurándonos de los preceptos eurocéntricos, ya que la  religiosidad funge como un vehículo por donde viajan las necesidades de los pobladores, sus conocimientos acerca de los temporales de lluvia, de la cosecha, de la fertilidad, de las enfermedades, de los sueños. Es decir, los santos participan de manera activa en la vida social del pueblo. Ellos también reciben ciertos castigos si no cumplen con su parte en la vida comunitaria. Como ejemplo de lo anterior, está este testimonio de confesión de un hombre en 1800, encontrado en el Archivo General de Centroamérica: “ayer le dimos doscientos azotes a un crucifijo de palo por malbado, echicero, brujo, bobo, engañador, traidor, ladron, loco, embustero y por desirlo todo de una vez, el mayor ipocrita” (Archivo General de Centroamérica).

            Por último es importante señalar que “la imagen del santo en la religiosidad popular no representa a un ausente, sino que es él […] y tiene una propia voluntad” (p. 65). Tienen vida, historias, amores, desamores, enojos. Todos estos sentimientos tan humanos los podremos leer en los datos etnográficos que nos presenta el autor.

            Por su parte Ana María Velasco Lozano, aborda a los Dioses y santos fundadores del pueblo. Para iniciar su análisis, parte del mito de los dioses,  donde su morada pueden ser las montañas, las cuevas y ellos tienen el atributo de llamarse “dueños” los dueños del monte, de los animales, de los manantiales. Dentro del pensamiento mesoamericano el dueño trabaja de manera eficaz, pero no está sólo, a su servicio hay pequeños personajes traviesos que son nombrados como duendecillos, alushes, los niñitos, entre muchos nombres más.

            También analiza el papel de los santos, que se estructuran dentro un imaginario colectivo, ellos aparecen en determinados lugares, a veces se hacen pesados y con ello comunican su deseo de fundar un pueblo o bien de un cambio de asentamiento. Para indagar más la importancia de la concepción de lo pesado y lo liviano, la autora hace una aportación sugerente sobre ello. Propone que lo “pesado” proviene de una tradición europea y que lo ligero de una tradición mesoamericana, para lograr esto, lo ancla a datos históricos y antropológicos de ambas regiones. 

            Prosiguiendo con el recorrido de estos trabajos, Jorge Escamilla Udave nos lleva a Veracruz con su trabajo intitulado “El camino de los santos entre los totonacos de la región misanteca”. Él parte de una premisa central: ¿cuál fue el papel de los santos para la fundación de los nuevos asentamientos de los totonacos en la región misanteca, después de las pandemias? Para dar respuesta a ello, el autor nos lleva a un recorrido histórico de la región y nos habla de los franciscanos que llegaron a este lugar. A la región, alude Escamilla,  llegó el primer santo; San Juan Bautista a quien se le conoce como el “abogado de la peste” o bien del “águila misteriosa” (p. 121). En este interesante trabajo, se señala la relación que se tiene sobre un “águila come niños”. En la investigación, se pone especial énfasis en la memoria de los ancianos de las comunidades, donde hacen notar que ellos ya no lo vieron, pero que sus abuelos sí lo presenciaron al animal come niños. Rememorando con ello un tiempo por demás antiguo, pero que a la par nos permite comprender que dentro del entramado de la religiosidad popular, los mitos, las leyendas o los cuentos populares cumplen como intermediadores para la construcción de la memoria histórica.

            “De santos y divinidades de la naturaleza, la interacción de los especialistas meteorológicos con las entidades sagradas” nos habla Alicia Juárez Becerril. Su trabajo aborda el papel de los ritualistas conocidos como graniceros, especialistas en el conocimiento meteorológico que controla el temporal. Ellos pueden atraer las buenas lluvias o bien mover las nubes de granizos, las nubes negras o hasta las sequías. Y hay graniceros más fuertes que otros. La autora realiza una investigación a través de un método interdisciplinario donde se centra en un análisis de conceptos claves como religiosidad popular,  la práctica de los pueblos desde una postura histórica, remontándose a lo prehispánico para dar cuenta del papel de los graniceros y su relación con los númenes católicos.

            En un apartado, explica múltiples categorías de las entidades sagradas que tienen una intima relación con la lluvia y que están en un plano del “allá”, o del “arriba” pero que están al  mismo tiempo en el “aquí y ahora”. Es menester detenernos en ello, al hablar de esta relación que al inicio pareciera dicotómica, lo que se nos muestra son entidades que fungen en un plano  totalizador, es decir, conviven en espacios superiores pero en relaciones horizontales con los hombres a través de diálogos que pueden darse a través de sueños o momentos claves.

            Si uno busca conocer las múltiples entidades que convergen alrededor de los hombres y mujeres encargados del temporal, Juárez Becerril nos presenta una tipología de éstas como: los dueños, los señores, los ahuaques, las potencias, las entidades oníricas, los muertos, las divinidades, los santos, los niñitos y los aires. Todos ellos en estrecha relación para la petición del temporal. Como vemos los santos forman parte de esta matriz ritual, donde participan como sujetos sociales que buscan el beneficio de los hombres. A la par del análisis de estas entidades, la autora entreteje datos etnográficos de primera mano o bien de diversos investigadores para adentrarnos a  la complejidad de estos ayudantes para el temporal y el ciclo agrícola del maíz.

            Prosiguiendo, Adelina Susan Morales, nos habla del “dueño del monte: una manifestación de la religiosidad popular”,  ella tiene como eje conductor el culto a los cerros y la fertilidad de la tierra. Su estudio se centra en el pueblo de Xicochimalco, Veracruz. El personaje principal que regulas las riquezas naturales es Juan del Monte (p. 157). La descripción de esta entidad sagrada, propone Susan, refiere a atributos prehispánicos al dios de la lluvia.

            ¿Dónde se inserta Juan del Monte?, la autora menciona que es durante el ciclo de fiestas patronales de la región, que va ligado a la época de lluvia y sequía. A la par de rendirles culto a los santos también se le hace a Juan del Monte, quien tiene su pareja que es Juanita del Monte. Ambas entidades tienen carácter dual: lo femenino- masculino, lo benéfico-perjudicial. Para continuar con un corpus más amplio sobre los dueños de los montes, la autora nos habla de múltiples investigaciones en México y España con el objetivo de comprender ciertos paralelismos antiguos respecto al culto agrario.

            Por su parte, María Elena Padrón Herrera comienza su trabajo con la siguiente expresión: ¡Si el Señor nos presta vida! ¡Si el Señor nos da licencia! Reciprocidad entre divinidades y humanos, al suroeste de la ciudad de México. Ella realiza un interesante análisis sobre el ciclo festivo y el sistema religioso de un pueblo llamado San Bernabé Ocotepec, donde los santos patronos del pueblo, el señor del monte, la madre tierra, los cucuruchos o aires poseen poderes divinos, ambivalentes y contradictorios (p. 171).

            San Bernabé es el santo patrono del poblado y su fiesta dura nueve días, él permanece dentro del recinto, y existe otra imagen de la misma advocación que es la peregrina y se le conoce como San Bernabelito, que es más pequeño y va de casa en casa a aliviar los sufrimientos de las familias o a visitar a los enfermos. Al San Bernabelito se le sube hasta el cerro Mazatepetl y ahí se le baña, para que sienta la necesidad del agua y así interceda por el temporal (p. 181). Alrededor de estos númenes católicos existe una organización social a partir de una reciprocidad entre las divinidades y los seres humanos. Al concluir con la celebración los habitantes dicen “Hasta el año venidero, si el Señor nos da licencia! ¿Si el Señor nos presta vida”, frases cargadas con un simbolismo que le permite a la autora referir, que a lo largo del ritual, existe un principio de reciprocidad  y de intercambio de dones.

            Finalmente Alba Patricia Hernández Soc, nos comparte su trabajo intitulado “Entre vírgenes y santas. (Patzité y Santa Cruz del Quiché, Guatemala). Se aborda el trabajo de manera etnográfica e histórica de dos comunidades indígenas mayas-quiché del Altiplano guatemalteco. Ahí da cuenta de dos númenes católicos. La primera refiere a la santa patrona de Patzité que es la Virgen de la Candelaria, donde su fiesta de celebración es el 8 de febrero y no el 2 de febrero como lo estipula la ortodoxia católica. Esta virgen apareció en un manantial y le comentó a los hombres que la vieron, que en ese lugar se le edificara un recinto. Hecho que así hicieron, y desde entonces comenzó la historia del poblado.

            En un segundo apartado nos habla de Santa Cruz del Quiché, que tiene como santa patrona a Santa Elena de la Cruz. Este numen católico se hizo presente en un tiempo inmemorable pero alejada del poblado, para convencerla de que viviera en la catedral  los hombres realizaron una danza con víboras para persuadirla, al ver tal manifestación la santa decidió ya no moverse más. Esta danza, la efectúan hombres del pueblo con serpientes conocidas como mazacuatas.  

            En las últimas páginas del libro está un epílogo a cargo de Félix Baez-Jorge que recoge de manera minuciosa las aportaciones de cada uno de los trabajos que comprenden este libro, así como la relevancia de los santos en la vida de las comunidades mesoamericanas de ayer y de hoy.

 

Bibliografía

Eagleton Terry , Una introducción a la teoría literaria, FCE, 1988, México.


Broda Johanna, 1996, Paisajes rituales del altiplano central, en Arqueología Mexicana. Los dioses de Mesoamérica, vol IV, núm.20, México: 40-49.

 _______ y Báez-Jorge Félix (coord.), 2001, Cosmovisión, ritual e identidad de los pueblos indígenas de México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Fondo de Cultura Económica, México.

_______, 2007, Ritualidad y cosmovisión: procesos de transformación de las comunidades mesoamericanas hasta nuestros días”, en Diario de Campo, México, núm.93:68-77.

_______,2009, Religiosidad popular y cosmovisiones indígenas de México, INAH/ENAH, México.

López Austin, “El núcleo duro, la cosmovisión y la tradición mesoamericana”, pp. 47-65. En Broda y Báez-Jorge, Cosmovisión, ritual e identidad de los pueblos indígenas de México, FCE, México 2001.


SANTOS, Milton. A natureza do espaço: técnica e tempo, razão e emoção. 2. ed. São Paulo: Hucitec, 1997.

 

A4m L1, Exp. 25. Archivo General de Centro América.